viernes, 25 de febrero de 2011

Pocas palabras. Mucho que decir ( IV )


Lo siguiente no sería dificil de predecir. El fin de semana llegó y las actividades que ambos llevarían a cabo serían impedimento para verse. Pero no para pensarse y extrañarse en demasía.

Dos largos días tuvieron que pasar para que pudieran por fin volver a verse. Satisfacer esa necesidad. No era precisamente esa necesidad que sentimos por estar con alguien cuando nos sentimos solos. Era específicamente la necesidad de estar uno con el otro, y con nadie mas. Sin embargo ese día ella no se sentía del todo bien, por algun motivo se sentía perturbada, fuera de sí. Algo que él podía entender perfectamente, al fin y al cabo, también le habría pasado en algún momento. Entonces trataba se hacerla sentir bien, de ofrecerle seguridad, tranquilidad, y confianza, sobre todo eso. Confianza.


Esa confianza que en pocos días es dificil de lograr se ponía a prueba cuando llegaron a oídos de ella rumores acerda de un pasado para nada grato. Entonces la consulta respectiva no se hizo esperar y él tuvo que darle la razón en cierta parte. Digo en parte porque la forma en que dicho rumor había cundido, fue de la mas cobarde, totalmente inconcebible, degradante, ofensiva. Pero sí, la vida que había llevado antes de conocerla, había sido en cierta forma libertina, con pocos límites, desenfrenada. Vacía.

Tenía que aceptarlo y mas que eso, lo dificil era confesarlo. Lo invadía el miedo. Miedo de que ya nada mas fuera igual después de las barbaridades que tendría que decir. Pero era la verdad y no había mejor oportunidad que esa para decirlo. Finalmente, la decisión sería de ella.

Cuando él terminó de hablar hubo un largo espacio de silencio. Estaba preparado para escuchar lo peor, como un procesado a punto de escuchar su sentencia. Se respiraba un ambiente similar. Todo terminó cuando ella se paró del asiento, lo abrazó fuertemente mientras prometía apostar todo por él, por ellos. Todo estaba bien. Él prometió no defraudarla, quería esta vez hacer las cosas bien, evitar errar, como en otras oportunidades lo habia hecho. Un largo y tierno beso cerró el pacto que acababan de hacer. La emoción estaba al límite. Nunca nadie le había dicho algo similar.

Todo iba mejor que nunca, y ahora con una alianza de por medio, cuya única condición era la lealtad, y su fin supremo, la felicidad.

El sol se ponía, mientas la aurora embellecía el cielo y consolidaba el momento. Sus siluetas desaparecieron del horizonte conforme los últimos rayos del sol.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cómo es posible que solo unas lineas pueda tocar hasta lo mas profundo de tu corazón, y producir sensaciones tan bellas e inesplicables..Seguro que, hasta la persona mas suceptible llegaría a derramar un mar de lagrimas con esta historia...ojalá la fantasía de un literato se hiciera realidad...